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martes, 16 de diciembre de 2014

La edad de la inimputabilidad

     Ayer alguien compartió en su muro de facebook que había sido escuchada, mientras él leía, la siguiente conversación:
Chico:- Ah, un performer 
Chica:- Me parece que es un poeta
Chico:- Pero tiene más de treinta años
Chica:- ....
Chico:- Ya podría empezar a dedicarse a otra cosa...
     Yo comenté algo sobre el stalinismo de la pendejada y que me alcancen un parche de estrógeno, pero me quedé sintiendo algo que después me dí cuenta que era ternura y escribí este texto*:


     Alguna vez tuve 17 años y ansié terminar la secundaria para lanzarme al mundo.
     Alguna vez tuve 17 años y le contesté al primer chico con el que salí "un duende lila y un hada azul" cuando me preguntó "nosotros, ¿qué somos?". Segundos después, aún con 17 años, quise matarme cuando me aclaró "no, yo preguntaba qué onda, si somos novios o qué". Seguramente enrojecí y es probable que un beso me disuadiera (o sea, estoy viva).
     Alguna vez tuve 17 años y era muy hippie -lo que se deduce del párrafo anterior-, sólo escuchaba rock nacional y me rompió el corazón saber que Baglietto no componía sus temas.
     Alguna vez tuve 17 años y creí que ganar una discusión era decir la última palabra y que cambiar las cosas era cuestión de acciones mínimas.
     Alguna vez me desperté, con muchos más años encima, con miedo de que el mundo arremetiera contra mí, sabiendo que el título de perito mercantil no es buen paragolpes para semenjante arremetida, y de todos modos salí de la cama.
     Alguna vez tuve 36 años y nadie me preguntó "nosotros, ¿qué somos?" o lo hizo después de un polvo y entonces contesté "tiburones" y cambié de tema y me pregunté qué será de mi duende lila y más tarde solté una lágrima picando ajo.
     Alguna vez tuve 36 años y hubo en mi corazón lugar para Baglietto y para Fandermole y tuve un costadito punkie.
     Con 36 años supe que ganar una discusión es a veces saber cuándo callar, que hay discusiones que se pierden cuando se ganan y que, especialmente ésas, es mejor ni arrancarlas. Y ya no creí que cambiar el mundo es cuestión de cosas mínimas sino todo lo contrario: tuve la sensata certeza de que efectivamente es así: como recordar cómo es ser joven y sentarse a escribir un poema.
 


*Para sacármela de encima.

jueves, 5 de agosto de 2010

El mundo es un buñuelo


El mundo es un pañuelo, y unas ilustraciones que te copan que cuelga alguien en feisbuc son de ése que te mostró su cuadernito de dibujos en una fiesta, ése que te dejó su tarjeta con la dirección del blog que nunca visitaste, ése que volvía una y otra vez a hablarte. Ése, que fue excusa de aquel otro que no necesitaba excusas, para dibujar una razón de irse. Ése.

El mundo es un señuelo, y la mosquimuertez crece a diestra y siniestra, y se vuelve siniestra. Y quienes dijeron negro, te juzgaron de punta en blanco, y tiraron la piedra y escondieron la mano, y todo el resto, escondieron. ¡Soy tu víctima! gritan, y confían en que vos no digas. Y quienes te pagan un sueldo se creen que pagan tu vida, y no dicen la verdad en la puta vida, y confían en que vos no digas. Ésa y ése.

El mundo no tiene consuelo, ni atracadero. Felizmente, lo que tiene de triste también lo tiene de verdadero, y no va a ser peor porque no hay cosa posible. Ésa.

Lo comí esta tarde. De indigesto bocado conservo el gesto.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Pedro no está, Pedro se fue

Gente, tal vez lo sepan, tal vez ya lo sospechaban, pero igual quería confesar que hace un rato largo* perdí la virginidad, y que estoy en condiciones de repetir la experiencia**.

Mis amigas me venían insistiendo para que lo hiciera por fin, me decían que me hacía falta, que ese movimiento constante de darle-al-pedal-de-la-máquina-de-coser*** con el pie, era señal indiscutible de mi necesidad.

Finalmente me decidí por un hombre****: no era lindo, ni era de mi edad o aledánea, pero definitivamente, tenía algo que me cautivaba, que me hacía volver a él una y otra vez. Tuvimos muchas charlas copadas; él no se guardaba lo que pensaba sobre mí, aunque fuera poco cortés; eso marcó una diferencia muy grande con respecto al tipo con el que yo había salido recientemente; muchas veces, él me pedía que habláramos de ese hombre.

Un día me dijo que se iba de viaje. No me dijo cuándo volvería, ni si estaba en sus planes hacerlo acaso, ni si retomaríamos lo que teníamos, ni si me apoyaría si yo quisiera iniciar algo nuevo con otra persona. Nada. Sólo se fue.

Alguna vez, inesperadamente, la bocina insistente de un auto, me hizo volverme y verle agitando sus manos por la ventanilla, gritándome un “chau, rubia”. En alguna ocasión Cachito, el dueño del mejor bar de Buenos Aires, me contó que había estado por allí con otras chicas. Alguna que otra vez, él me llamó para contarme que había conocido a no-se-qué-familiar de Peteco Carabajal (¿).

Ese personaje, gente, fue mi psicólogo. Ese personaje, gente, tuvo el tupé de decirme un día que a mí me gustaban los tipos que me dejaban*****, y casi sin solución de continuidad, plantarme la terapia sin derivarme o tranquilizarme con su propia vuelta. Yo, en algún revoloteo delirante de pensamiento jugué con la hipótesis de que Pedro me hubiera dejado para probar su punto... olvidate, esa no rola, pelado... si hubieras estado bueno, todavía. Jajaja.

En fin, creo que es hora de reiniciar algo así, pero quizás en esta ocasión elija a alguien menos personaje.

*hace más de un año ya, aunque no recuerdo el día exacto.

**claro que entiendo que el acto inaugural sólo puede darse una vez, pero me cago en la exactitud lógica de la frase.

***por supuesto, de las antiguas, porque las de pedal eléctrico no permiten la ansiedad, so pena de coser desparejo o quemar el motor.

****una tiene sus inclinaciones (¿).

*****esa te la discuto a muerte: si yo sufro porque un tipo me deja, es porque quiero que siga conmigo, no por la situación recién mencionada.

martes, 16 de febrero de 2010

Be my fan: pequeñísima concesión a la teoría del gataflorismo

No nos hagamos las tontas.
Nosotras -las que nos regodeamos en el rechazo de los tipos que no nos dan bola- sabemos también que existen otros que por el contrario estarían muy congratulados de poder dárnosla (la bola*), a los que ignoramos olímpicamente**.
Entre éstos, hay una variedad a la que dedicaré especial atención*** en estas líneas: el fan. Forma parte claramente del grupo de los V.M.N.G. (varietales masculinos no garchables), pero ofrece un reto a la clasificación, dado que no ostenta caracteres específicos, de no ser por un estado temporal de fanatismo hacia una.
El fan es inclasificable, puede ser cualquiera: es inespecífico, una persona común a la que se le relajó la autoestima**** o podría ser que una es un ser divino, y el único que lo ha notado ha sido el fan... eso no está del todo claro. Lo que queda en claro es la incomodidad -por no decir llanamente incredulidad- que se siente ante la admiración del fan.
Esta admiración cumple con una insoslayable función: detectar aspectos positivos de nuestra personalidad*****y, concatenadamente, levantarnos la alicaída autoestima******.
Ahora bien, esta función no es la única ni la más importante; me atrevo a postular entonces que toda mujer merece un fan: porque tener un fan te da la oportunidad de reconocer que cuando conocés un tipo copado, interesante y que te trata bien, lo desdeñás, en favor de algún histérico dell orto (seguramente). El fan es entonces, la ocasión******* para enfrentarse cara a cara con el propio gataflorismo.


*y sospechamos que más congratulados aún estarían de poder darnos el par.
**Es ésta es una de las collocations que más gracia me causa (se divertía tan barato, ella...), porque ¿cuáles serían las reglas de semejante disciplina olímpica?. En fin, seguiré viviendo en el amateurismo.
***Sólo con fines teóricos, dado que como ya aclaré, es su destino ser ignorado olímpicamente en el ámbito de la cotidianidad.
****Y se pasa una temporada en algún destino de playa, mientras el pobre hombre se dedica a adorarnos a pesar de ser un mero instrumento para la práctica de un deporte (listo, ya me estoy federando en "Ignoración de candidatos").
*****O de nuestro cuerpo, si es un fan de... culo, ponele.
******La nuestra está alicaída, porque la de él, como ya dije, está de vacaciones, ausente sin aviso.
*******"hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis" dijo Juana. Pero... ¿quiénes son lxs necixs en este caso?


(En el minuto 5.18 está el quid de la cuestión :P )

lunes, 12 de octubre de 2009

Revisando técnicas de seducción

Han empezado los calores; y aunque lo difícil es pasar el invierno sin una bolsa de agua caliente -o un peludo, en su defecto*- y eso ya ha sido logrado con relativo éxito**, no vendría nada mal hacer una autocrítica de las técnicas de seducción que he venido utilizando, que evidentemente, no son las mejores.
Creo no equivocarme al decir que, en líneas generales, todo puede ser reducido a la eterna lucha entre remar o no remar. A continuación, los casos particulares:

El abordaje (remo):
Phim (peludo hacedor de instrumentos musicales): después de observarlo toda la tarde, tras unos anteojos de sol prestados exclusivamente para tal fin y de notar mucho tiempo después que estoy "leyendo" mi libro al revés, tomo coraje -resignada porque obviamente Phim no ha notado mi existencia- y me acerco, con papelito con teléfono y dirección de e-mail (?) en mano.
¿Cuál es mi frase seductora-canchera-gatuna? "Hola, yo no toco ningún instrumento, pero... si querés un día llamame y te invito a salir" (?)
Por supuesto, Phim no se puso en contacto ni para gastarme.

Me doy cuenta que me tienen ganas (no remo):
Pia (peludo con intenciones alimenticias) responde a mi "ah noooo, yo no estoy para dietas, a mí no me prohíbas la mondiola que rompo todo" con un "¿dieta vos? si no te hace falta; así estás bien".
Pienso: claramente me está dorando la píldora... o es ciego.

La invitación (no remo, remo):
Pia (peludo con intenciones alimenticias) ya ha encontrado mi punto débil y, mientras me cuenta que ha cocinado un matambrito con papas, me invita a comer juntos. Yo, en un ataque de pánico y desconcierto***, y después de consultar con mi gurusa espiritual -a.k.a. Guacamole- le contesto, tres horas después, que mejor no, porque lo voy a dejar sin comida para llevarse al trabajo.
(?) Claramente, esto no prosperó, dadas mi escasas habilidad/voluntad para el remo.

Paes (peludo anarco en serio) me gusta demasiado. Para impresionarlo (?), lo invito a mi bar favorito, con el más-copado-de-todos-los-dueños-de-bares-que-hace-el-mejor-ferné-que-cuenta-las-mejores-anécdotas-que-conoce-a-todos-los-borrachos-que-escolacean-los-lunes-a-la-tarde-que-es-al-único-que-le-perdono-que-no-me-llame-mandarina-y-que-me-llame-rubia. Resultado: Paes queda obnubilado con el citado dueño del bar; no así -por transitividad, como planeaba yo- conmigo. Sospecho que más tarde, llevará a alguna peluda a la que quiera obnubilar, a MI bar.

Manteniendo el fuego (no remo ni con las manitos):
Pejota (peludo jovencito) está a muchos kilómetros y, en mitad de la noche, me mensajea. Dice que tiene ganas de verme y se anima a un "¿qué tenés puesto?:$". Respondo: "el buzo de polar del laburo anterior y un pantalón-joggineta... por favor, no te toques (?)".
Mi gurusa sentenciará, más tarde: "vos seguí matando la onda, que un día ni Dr. House la va a poder resucitar".

¿Pero qué conclusión se puede sacar en limpio de todo esto?
...
"¿Que es hora de operarme las tetas?"
...
"¿Camarón que se duerme se lo lleva la corriente?"
...
"¿Me repite la pregunta?"
..
"Ehmm"
...
"Sniff"
...
"¡Paso!"


*que a veces decir "en su defecto" no quiere decir "en última instancia", sino "en todo su esplendor".
**ya que soy mi propio peludo (ah, se hicieron ilusiones, tontonxs).
***dado que hace siglos que un peludo no me invita a nada; y mucho menos sin que yo le acomode varios centros.

viernes, 5 de junio de 2009

Una buena excusa

Había una vez, una chica que se levantó un sábado por la mañana para ir al baño y antes, se agachó a recoger un papel que le habían deslizado bajo la puerta.
Como el papel estaba dentro de un envoltorio plástico y tenía el título de "carta-documento", la chica hizo lo que toda persona normal haría: fue al baño a hacer la pichoneta y, sentada en el inodoro, abrió dicho envoltorio.
Experimentó una sensación de vertiginosa libertad producto de lo acontecido en el baño. Claro está, de la noticia de su desvinculación de la empresa en la que trabajaba, no de las actividades fisiológicas llevadas a cabo en el mencionado recinto.
Los días trancurrieron, y la chica extraña las diez horas diarias de internés, no así los efectos colaterales (la venta de su fuerza de trabajo a un precio insignificante y los chistes machistas del gerente).

:)

miércoles, 11 de marzo de 2009

Tres cosas que me dejó el verano

1- Una colonia de piojos. El momento de iluminación en que dejé de negarme a la realidad -hasta entonces creía estar bajo la influencia de la sugestión, y no de los mencionados parásitos- ocurrió en la oficina de la esposa del gerente de la empresa en la que trabajo: mientras ella aprovechaba la circunstancia de tenerme pseudo cautiva en su oficina para despacharse con un análisis de la realidad económica y social del mundo, yo aguardaba a que me entregara mi recibo de sueldo, escuchando la perorata con una paciencia aparentemente inquebrantable, aunque en realidad me concentraba en contar cuántos segundos habían transcurrido desde la última rascada violenta de nuca (trataba, claramente, de dosificar las rascadas en pos de ocultar mi incipiente pediculosis). Finalmente utilicé parte del horario de almuerzo en farmacity, comprando un peine fino que estrené en la oficina y continué amortizando en la puerta de mi trabajo y en cada parate que mis amigas hacían para charlar, ya de camino a casa.

2- Un bronceado inconcebible en mí. Por primera vez, sorteando todo pronóstico, tomé un color marrón-dorado que asombró a todxs lxs que me conocen... empezando por mí misma.*
Por supuesto, no es un bronceado perfecto, tampoco la pavada: soy una persona que no tiene paciencia para lagartear bajo el sol** cómodamente, de modo que, habiendo permanecido sentada con sendas manos en jarra apoyadas en la cadera, quedáronme, cual figuras al stencil, mis dedos impresos en blanco: los pulgares en la espalda y los ocho dedos restantes en la panza, fundiéndose en un punto equidistante entre el ombligo y la cintura, con la raya blanca que generó el rollo que se evidencia al sentarme.***
Así que es definitivo: voy a apostatar... pero no quedaré en el puro ateísmo: planeo entregarme a la adoración totémica del FPS 60.

3-La decisión de hacer de mi cuerpo campo de experimentación para la etología masculina: con la abnegación de un funcionario haciendo uso de los fondos reservados, dejé de depilarme, para poner a prueba nuestra****última hipótesis.
La observación nos había permitido elaborar una hipótesis sobre los peludos, que requería urgente comprobación para seguir avanzando en la investigación: los peludos forman pareja, casi exclusivamente, con peludas.
Si bian a algunas podrían resultarles aberrantes una axila poblada de vellos como matorral, una sonrisa techada de bigotes a lo Frida o una entrepierna accesible únicamente con machete desmalezador, nuestra hipótesis de trabajo indica que estas características son percibidas como sexualmente atractivas y valoradas como reveladoras de una postura ideológica (?)***** por los peludos.

*Lamento no tener en este momento peludo alguno con quien presumirlo y disfrutsarlo, pero para subsanar esta ley de murphy personal, planeo sacar fotografías que lo documenten para la posteridad.
**Prefiero el término
morsear, que no implica necesariamente echarse bajo el sol, sino que por ser la morsa un animal de sangre caliente, existiría la posibilidad de hacer referencia a echarse en la sombra con más gusto...y además implica un volumen corporal mayor.
***Podría parecer de lo peor esta suerte de stencil... pero la comparación con cualquiera de mis anteriores versiones de
quemado palito-de-la-selva, lo convierte en mi mejor bronceado histórico... un hito.
****Hablo de mí y de mis colaboradoras en este campo de investigación: Zuper-luzer, Guacamole y muchas más investigadoras que, totalmente ad honorem, trabajan por
amor a la ciencia.
*****Ah sí: ser peluda imprime cierto halo feminista (pudiendo ser la peluda efectivamente feminista, pero no necesariamente -que planteado así es una huevada atómica, y planteado de otro modo también- pero nos abre una línea para extendernos un capítulo completo en la indagación acerca de la ideología de la peluda en nuestra tesis final)... pero claro, hablamos de halo, y no de la fuente de irradiación, ya que eso espantaría redondamente al
peludo -que en el fondo es como todos los hombres, pero con más pelo-.

A propósito.... si esta entrada te resultó muy encriptada y con chistes internos... prestá atención que la próxima se viene el diccionario lexicográfico de las real academia mandarinense.

martes, 20 de enero de 2009

"Estos son mis principios..."* (por lo menos los de los primeros 3 meses de 2009)

**
Completamente intuitivos; faltos de reflexión o adhesión ideológica alguna.
Sobre temas variados y sin ningún orden.
Incongruentes, discordantes y hasta contradictorios.
Como yo.

-Me aburre la gente que habla todo el tiempo de sí misma.
-No congenio con quien no puede reírse de sí mismx.
-Me revuelve las tripas quien vuelve a la escena del crimen a mirar su obra.
-Me derrite (por decirlo elegantemente) la imagen muchacho-peludo-con-bebé-en-brazos.
-Sospecho de quien no tiene amigxs.
-Me atraen los hombres que me pelean, pero en algún momento quiero que me abracen... y no sé cómo pulsar el botón de switch mode.
-Tengo la sensibilidad a flor de piel y me hago la insensible (y odio que me vean llorar).
-Me bajan la libido los errores de ortografía.
-Me saca de quicio la gente que habla sin saber de un tema... ¡y encima toma posición!
-Mi paciencia es larga, pero a veces se rompe.
-Tengo ciertos prejuicios que me enorgullecen, como opinar que quienes estudian periodismo son todxs exististas.
-No comprendo a la gente a la que le apasiona (practicar) deportes.
-Me dan pena quienes no disfrutan de la comida o la bebida.
-Consulto todos los horóscopos que pasan por mis manos.
-Me ponen de mal humor las mujeres que se hacen las nenitas (ah, y me dan vergüenza ajena también).
-No se me hace normal la prolijidad.
-Me dan miedo las películas de vampiros.
-No digo te quieros o te amos antes de que me los digan a mí (aunque me salga de la vaina).
-Detesto que me subestimen.
-Me hace reír la falsa modestia.
-Admiro a quienes se permiten descontrolarse: y tirar platos, romper camisas, decir barbaridades, y descargarse en el momento de furia.
-No me gustan los perritos pomponosos ni los pekineses. Y en general, me gustan más los callejeros que los de raza.
-Me daría vergüenza gastar plata en ropa o calzado de marca. (Y me parece aldope también).
-Me saca de las casillas el machismo (y más en las mujeres).
-No me sale decir las cosas serias sin hacer chistes o usar la ironía.
-Funciono mejor bajo presión.
-Sólo me disgusta más la gente que pierde la dignidad frente a la que la entrega.
-No consigo comprender que alguien no se sienta identificadx al menos con una canción de Sabina.
-Me causa envidia quien puede vivir de lo que le gusta.
-Me causa desprecio, y a veces pena que una persona se mueva sólo por el dinero.
-Me aburre escribir listas, aún las que me propongo yo misma.

*por supuesto, como todos saben, sigue con: "si no le gustan, tengo otros"; con ese humor que tanto me gusta y que me gustaría imitar, de Groucho Marx.

**la imagen la encontré en este blog, que tiene descargas directas interesantes... (bah, supongo, porque lo que es yo, poco y nada de se de informática, y me copo con los de música... pero se ve interesante)

viernes, 19 de diciembre de 2008

Fin de año: ¡curtíte!


*
Hemos decidido para este fin de año
pasarla con quienes tenemos ganas,
¡y tirar todo al caño!
con Guacamole, Loser-Girl y quien se prenda,
en la casa del hermano del pibe-ameba.
Vamos a hacernos lxs grandes,
a seguir las tradiciones:
arbolito, pan dulce, pesebre,
sidra (mejor, ferné) y turrones.
Yo me comprometí al vitel toné
y a lucir ese día mi vestidito evasé;
a otrx le tocará ser la tía pesada
que con las frutas hace la ensalada.

*Explicación-chivo: la imagen es de la página de Arbolito (ya que estamos con motivos navideños y findeanezcos), una banda muy recomendable, que sortea la chata que supo llevarlos a los recitales, y lo hace en su última presentación del año. Estará con otras dos bandas muy recomendables también: Zamacuco y El Portón.

martes, 28 de octubre de 2008

Got a devil's haircut in my mind


Dicen que las mujeres empiezan por el cabello cuando quieren cambiar algo de sí mismas (al menos los pasquines tipo Para tí, Elle y Mía, lo sostienen con abultadas notas cuando se les agota la imaginación -y la corta visión- acerca de qué cosas nos interesan a las mujeres).
No es mi caso.
Alguna vez osé hacerme la permanente, ilusionada en que mi lacio cabello quedaría salvaje, como esas melenas ochentosas que casi deglutían una vinchita diminuta.
No fue el caso.
El resultado decepcionante de mi aventura peluqueril me permitió conocerme un poco más y entender que mi cara no es apta para cualquier bazofia que se me ocurra hacerle a mi cabello. Sin embargo, constantemente sueño con tener un rapto de valentía y pasar al negro ébano, que seguramente resaltaría mis ojos y... (resultado decepcionante antes mencionado, vuelto a revivir)... je, seguramente también haría lo propio con el color cadavérico de mi tez y mi nariz*.
No será el caso.

Presentaré entonces mi caso, señor juez:
Será una resabio de simbolismo de femineidad que temo perder, será mi caballito de batalla para pelear contra el estereotipo de la rubia tonta, será un acostumbramiento facilista, será que es lo único que me queda bien...
El caso es que el pelo no me lo toco.
Sin embargo, en momentos importantes, de crisis, de cambio, me surgen deseos incontrolables de de perforarme o tatuarme.
Ése fue el caso, un mes antes de separarme del padre de mi hija. En aquél entonces, él dejó sentado que no le gustaban los tatuajes. Y yo reafirmé mi ser sin él... con una linda paloma de Picasso.
Ése fue el caso, cuando meses después decidí volver a hacer pareja con alguien: aro en esta nariz que nunca fue linda, pero que ya no me molestaba que fuera mirada por otros, y por uno en particular.
Ése fue el caso, cuando también me permití sentirme sexy con mi aro en el ombligo, a centímetros de la cicatriz de cesárea que también dejaban al descubierto las bikinis no-ortopédicas**.
Ése fue el caso cuando me dejé de empujar un proyecto que no era el mío y me dí cuenta que podía sacarle la lengua (perforada) a los planes ajenos que me incluían contra mi voluntad (no tan voluntariosa por aquel entonces).
Ése fue el caso cuando me dí cuenta que ya no tenía ganas de seguir recordando a quien no hacía méritos para ser bien recordado, y sí, tener siempre presente a quien es la parte más importante de mi vida. Y por eso un dibujo de mi hija pasó del papel a la piel.

¿Cuál es el caso ahora? El caso es que en breve cambio de década. El caso es que todo lo que tengo (poco o nada), lo conseguí yo y nadie me lo regaló. El caso es que pude haber vivido situaciones que me entristecieron, pero que no me devasta(ro)n.
El caso será que me tatuaré un poema o un fragmento, pa festejar(me)...

Y como soy grasssssa, lo someteré a votación*** cual programa de Tinelli... bah, ni sueñen con que voy a hacer lo que ustedes quieran, pero acepto sugerencias de poemas y zonas corporales.

*Aclaro: mi nariz no ganaría el primer premio en una exposición de zanahorias, pero tampoco es exactamente linda.
**Explicáme dónde conseguía esos monstruos acuáticos... hubiera sido más fácil la malla entera, posta. Jajaja.
***Plís, pispear a la derecha para hacer uso de este derecho electoral intra-blog.