martes, 22 de septiembre de 2009

Quién fuera mosquita (por unas horitas)

Hace un par de días leí este mail que pego abajo -con un completamente desmañado manejo de las herramientas blogger-... Acto seguido, y a pesar de ser consciente que quizás si hubiera esperado un par de horitas no me deschavaría como la-desquiciada-que-está-levantada-y-enviando-mails-a-las-7-de-la-mañana-, lo reenvié a todo el plantel masculino de mi directorio. Nadie me contestó: ni "uh, justo lo que quería hacer, ¿tenés más información?"*, ni "qué chistosa", ni "eso es para putos"... ni nada :(
Y a pesar del sugestivo (?) silencio de los destinatarios del citado correo, mis ganas de presenciar el taller mencionado en el mensaje -en calidad de observadora NO participante (si pretendemos que comerse la uñas no es participar)-, han crecido desmesuradamente. Por supuesto, no es de chusma, sino con un genuino interés antropológico: el de acercarse con miras investigativas a este posmoderno varietal masculino, el feministo.



*Esta opción, juro que existe... es más, se me viene a la mente un espécimen que conozco, que cuando habla en plural, lo hace también en femenino... pero aplicando el sistema de causalidad dolinesca para las acciones masculinas, creo que este señor debe desear "levantar" feministas.**
**A mí me parece un poco arduo querer levantarse feministas. Digo, si yo fuera tipo no lo intentaría... aunque siendo mina soy muy paja también... por lo que no creo que sea una cuestión de género sino de capacidad para esforzarse (?)... así que concluyo que tampoco intentaré levantarme feministos.



sábado, 12 de septiembre de 2009

La técnica del escaner

A veces la actitud científica nos hace ver cosas que en la cotidianeidad del discurrir diario no nos detenemos a observar y analizar. Es el caso de este imponderable de la seducción* del macho argentino, que ha tenido ocasión de estudiar el equipo de etología masculina: la técnica del escaner.
Ignoramos el origen de esta técnica. Si bien suponemos que en el momento en que nació, tendría alguna razón de ser, ha llegado a nuestros días transida de una inutilidad supina. Pero pasemos a describirla para luego abocarnos al análisis profundo:
La técnica del escaner consiste en la elección de un objeto** a "escanear" y la posterior puesta en práctica del examen visual minucioso de la figura de la mencionada objeta. El orden para la aplicación de la operación es indistinta: puede ser de la cabeza hacia abajo o de los pies hacia arriba, pero el lentificarse al pasar por las sentaderas y el escote, es una característica distintiva e infaltable. El procedimiento se realiza a escasos centímetros de la objeta, y se repite cuantas veces sean necesarias para que ella se sienta incómoda*** -cuando no directamente violentada-.
Vemos entonces que, a pesar de la descripta ilogicidad de la técnica, insólitamente el usuario mantiene la convicción -sería tal vez engorroso agregar el tópico de análisis de la fe, pero sería una hipótesis válida la derivación de un culto a San Mamerto- de que ésta rendirá los frutos prometidos****(nos referimos con ésta a la técnica... o bien a la objeta misma si el usuario está apuradito busca madre-de-sus-hijos). Se ofusca cuando esto no sucede (siempre), cosa que endilga a la la "histeria femenina"***** y jamás a la ausencia de horizontes de realidad de la táctica.
Es que no entra en la cabeza del señor usuario de esta técnica que la objeta no enloquezca de pasión ante tremendo despliegue de... bueh, "la" técnica******: que no sienta palpitaciones al sentirse "elegida" por un especimen que no habla, no baila, no sonríe*******y, en líneas generales, no hace ningún esfuerzo por comportarse como un ser humano pensante.
Y por lo general entonces, una -digo, la objeta- refunfuña por lo bajo o por lo alto, para ver si el usuario comprende que, a pesar del tremendo halago que cree dirigirte al considerarte estéticamente potable o como diría el nativo******** "dable", vos vas a pasar de largo sus insinuaciones.
Es así que, detectado y analizado este otro elemento de la etología masculina, y en pos de la mejora en la calidad de vida de todxs, recomendamos la revisión, por parte de los másculos, de los costos-beneficios de la técnica del escaner y desarrollar la charla, la sonrisa, la danza y por qué no, el chiste (siempre y cuando no sea del estilo de los de corona).

(Y aquí pongo un link ilustrativo, ya que no he podido encontrar un video en youtube que me permita insertarlo... pero lo bueno es que se mantiene el misterio hasta hacer click)

*por favor, en este punto se recomienda ir tomando una buscapina para evitar el dolor abdominal que las contracciones estomacales por risa nerviosa (al recordar que todas hemos sido la objeta alguna vez) provocarán.
**que a usos especulativo-prácticos homologaremos a una fémina... o dependiendo del horario y la cantidad de alcohol ingerido, cualquier otra cosa. (En adelante la llamaremos objeta, para quedar bien con Kristina y garronear algún financiamiento de esta investigación).
***aunque, por razones que desconocemos -o por la falta de sentido de percepción del muchacho redondamente- él interpretará como señal de que la técnica ha cumplido el efecto esperado: levantarse a la chica.
****no sabemos quién se la recomendó, o si viene inserta en el chip de estrategias instintivas del macho argento, pero es hora que se analice más racionalmente... por el bien de la especie. (Señora, esto es investigación-acción).
*****por ahí dice: "locas de mierda", pero la idea, básicamente es la mencionada.
******si la objeta se obstinara en ignorar al usuario, las repeticiones de esta "infalible" técnica serán acompañadas de gestualidad lasciva e incluso de enarcamiento de cejas (porque claro, el usuario sospecha que la lela es la objeta y no la técnica en sí).
*******la técnica del escaner es incompatible con la sonrisa cómplice; sólo acepta versiones de sonrisas lujuriosas a lo sumo, que jamás serán dirigidas a la cara de la objeta, sino a algún punto sobresaliente de su anatomía.
********ah, lxs antropólogxs en pantuflas siempre pueden salir a sacar la basura o decir paparruchadas con el traje de antropólogx asomando debajo de la joggineta.