martes, 7 de julio de 2015

El pez

La marea arrastra un pez
que pronto yace encajonado.
Suave y lento
mueve su cuerpo branquial
nadando en falso.
Avanza y retrocede
en humedal oscuro y tibio.
El rítmico aletear acompasa
las paredes de acequia que
cierran y por turno lo liberan apenas
a intervalos constantes.
Su untuosa conciencia presiente
la inmovilidad inerte.
Aumenta las contorsiones
en su ciego escape hacia ningún lugar.
Frenético, tenso, desesperado el placer
del movimiento infructuoso
-Tánatos y Eros-
del resbalar siempre en la misma zona,
del gimnástico intento.
Envarado su cuerpo de pez
concentra fuerzas
para la última embestida.
...
Un charco confunde
la liberación del esfuerzo
y restos de marea estanca.
Yace el pez yerto, laxo.
Su cuerpo blando escurre
en bajamar fuera.
Todo ha acabado.

(Si la metáfora es muy oscura, acá va una pista)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por la boca muere el pez...
Pensar que todos, rectifico, casi todos empezamos con la muerte del pez en su charco-marea estanca.
Como pez me gusta el "catch & releases" , es muy jodido que lo "devoren" a uno, abstenerse mantis religiosas...
J

Juicy dijo...

Bien, hay que escuchar la voz de los peces (?) y ajustar la actividad estrictamente a la pesca deportiva. Por otro lado, interesante idea (nos) ha surgido: la de un poema a la fecundación in vitro. Salud y carnada para todes!