martes, 17 de mayo de 2011

Apuntes para la minitancia

     Imagino que ustedes, lectores, lectoras y lectoris (?), habrán podido suponer que el EEM (Equipo de Etología Masculina) estaba temporalmente desmembrado, o que nos encontrábamos asistiendo a un congreso en Temiscira, o que estábamos haciendo lobby en la academia* (haciéndoles las compras del super, traduciendo textos y retirando la ropa del lavadero de reconocidxs investigadorxs) para tener nuestro propio ubacyt. Pero no, se equivocaron, sorongxs; la explicación para el silencio del EEM es que nos estábamos clavando ferneces en barsuchos de mala muerte y -como quien no quiere la cosa-, elaborando algo de teoría** (en las mugrientas servilletas de los mencionados bares).
     Pues bien, es el momento de presentar un adelanto de la investigación, para renovar vuestro interés y confianza en nosotras***. Por este motivo, traemos nuevamente una pregunta disparadora****-que conserva su inercia cuestionadora y parece, así será por largo rato-: ¿por qué a los tipos les gustan las minitas? (¿eh? ¡decíme, Martha!)*****. Contestar a esa pregunta es un proyecto individual (que seguramente perseguiré hasta el final de mis días -con desgano más tarde, como un perro viejo que se corre la cola con nostalgia-) y colectivo (al fin y al cabo, el EEM muchas veces encuentra la piedra de toque para esta pregunta viajando en el transporte público... pero la misma cantidad de veces la olvida, dado el alto grado de pedalín que portamos en dichas ocasiones).
     Sin abandonar esta búsqueda, profundizamos en el conocimiento de que "la demanda pide minita", y que la sociedad ha respondido, especialmente las jóvenes, con un fenómeno de nueva efervescencia minitante.
     A continuación, presentaremos una primera caracterización de la minita, que será ampliada en posteriores entradas:
    
  • Demanda, la minita se hace la boluda******* para pasarla bien.
  • Se hace pasar a buscar por la casa para salir o, a lo sumo, llama por teléfono para que la reciban en la puerta cuando viene en taxi, o en la parada del bondi. Una combinación de motivos respaldarán esta actitud: porque no sabe viajar, porque le da miedo la calle y porque desea hacerse notar como minita.
  • Mira para otro lado o va al baño cuando llega la hora de pagar la cuenta y da por supuesto que corresponde al señor pagar cualquier salida., que al fin y al cabo, es el precio razonable por haber adornado el momento con su presencia.
  • Come como un pajarito cuando está acompañada por un señor o pide productos light, y consecuente con su puesta en escena de la frugalidad, dirá no saber por qué le hace ruido la panza media hora más tarde. 
  • Puede clavar tanga y calzas blancas semitransparentes, pero siempre simulará no darse cuenta que la miran... ni por qué.
  • Rehuye el aprendizaje de casi cualquier conocimiento; especialmente de aquellos tradicionalmente asociados a la masculinidad, como reemplazar cueritos de canillas, preparar asados o -en casos extremos- cambiar lamparitas; para tener que solicitar ayuda a un hombre en estos menesteres. (Porque sepámoslo: la minita es una viva bárbara... las lelas somos las otras)
  • Festeja los chistes del señor que le interesa con una inusitada energía, haciéndolo -en las formas más deleznables- con risitas histéricas de alarmante tono agudo.
  • Con las "amigas" opera como una mosquita muerta; porque carece de códigos y/o usa la tarjeta del monopoly "me enamoré y tengo derecho a cagarme en todo" ante el primer chongo de turno.
  • En facebook, su foto de perfil parece un afiche de "Carne", aunque se haga la inocentona y diga que esa instantánea se la sacaron cuando se agachó a recoger flores en un baldío de Berazategui.
  • Igualmente, sube incontables fotos (aunque únicamente las que la benefician, porque las otras las hace desaparecer aunque estén en cámara ajena). Sin embargo, no mantendrá igual criterio de selección con las fotos de otrxs (recuérdese el ítem de la mosquimuertez).
  • Muchas minitas coleccionan a sus treinta y pico, papeles carta con dibujitos y stickers de Hello Kitty, y son fanáticas de cantantes melódicos. (Posta).

     En mi fervor Titamerelesco, recomiendo: "reconozcan a la minita, muchachas... y aprendan de ella lo que les sirva (y no entre en conflicto flagrante con sus credos), que si no minitamos, nos quedamos afuera de la revolución" (?).




*No, Roberto, no estábamos en la sede de Racing.
**¡Aguante el trabajo de campo! Quienes lo padecen, o se preocupan por la situación de los pueblos originarios o de las clases populares merecen nuestra más profunda incomprensión: hubieran buscado un tema copado y abandonado la falacia de que la antropología puede mejorar el mundo.
***Y la posibilidad de obtener fondos.
****Una disparadora con muy buena puntería y que, como diría Luis Miguel, va "directo al corazón, al corazoooooón".
*****Ok, la pregunta original incluía algo de autoanálisis y mea culpa (del latín "mearse en la propia culpa y endilgársela a otrx")
******Ojo, también puede serlo.

2 comentarios:

capitanfla dijo...

Nunca he tenido la suerte de tirarme una "minita".
Es como si yo fuese transparente para ellas...

Juicy dijo...

Y mejor tal vez... yo no creo tampoco que sea bueno caer en las garras de una "minita"... a excepción de que tenga usted vocación de "chonguito".