miércoles, 27 de febrero de 2008

SECCIÓN DE CHISTES BOLUDOS DE PUÁN(?)

A Carlos, la novia, sacada en la cama, le pide: ¡dame Maaaaaarx!, ¡Maaaaaarx!

A León los chicos nunca lo invitaban a jugar a la pelota porque era un Trostky


A Antonio, su chica le dice, cariñosamente: "Negri".

Mi hermana vive en el limbo: le encantan las películas de Carlos y las teoría de Groucho, Harpo y Chico.


Aquí, un videíto alusivo de un gran grupo musical! Que nadie se atreva a decir que limé: intenten leer el material de un seminario dedicado exclusivamente a las Tesis sobre Feuerbach y después me dicen si no necesitan expresar este tipo de gansadas.

martes, 26 de febrero de 2008

La danza de la lluvia


Los primeros 3 días de estadía en Salta capital llovió ininterrumpidamente. “Salta, la linda” fue para mí “Salta, la mojada” (dicho esto sin ninguna connotación sexual, por supuesto, ya que a esa altura ya estaba empezando a olvidar qué era eso de revolcarse con alguien).
El primer día me lo banqué en la carpa, escuchando las gotas pegar contra el sobretecho... pero al segundo ya estaba al borde de la histeria, así que hice lo que todo jipi NO debe hacer: no me quedé en el baño confraternizando con los jóvenes mochileros que entre mate y mate herían de muerte alguna zamba –porque parece que es obligación que en cada grupo de chicos haya alguna guitarra, aunque ninguno la sepa tocar-, salí al centro a recorrer museos y, horror de horrores: compré un paraguas.
Decidí hacer la compra luego de que, con las zapatillas completamente mojadas y habiendo pasado más de media hora escuchando misa en la catedral –único refugio frente al diluvio* de afuera-, se me dio por leer la tapa de “El Tribuno”: “Ya hay 70 evacuados por las inundaciones en la provincia y se anuncia que el temporal durará hasta el fin de semana por lo menos”.Fueron los $10 pesos mejor gastados del viaje: a partir de ahí, el paraguas (que por cierto es de los archigrandes, que apenas se pliegan), se convirtió en amuleto antilluvia. Lo cargué como lastre por todos lados**, con la convicción de que en cuanto lo abandonara en algún lado, caería un chaparrón.


*Además, teniendo en cuenta el relato bíblico del diluvio... ¿en qué lugar sería mejor estar? Se sabe que los curas tienen línea directa con dios (léase con ironía); y si el de Salta ya había sido puesto sobreaviso y tenía el arca estacionada en el fondo, quería estar en primera línea para repoblar la tierra. Ya mencioné que pasé varios días sin que lo mojado fuese algo más que mis zapatillas, ¿no? . Ah.
**Miento: en un momento le dí uso, pero como sombrilla.

viernes, 15 de febrero de 2008

Como acredita la entrada anterior, estoy de vuelta en la cruda realidad


Las vacaciones... fantásticas... pero ya terminaron. Regresé el domingo, justo para bañarme, comer los sacrosantos ravioles en lo de la nona y ver a mi reciente sobrina. Al día siguiente llegó el cachetazo: es que con dos personas de vacaciones en el laburo, la cosa no empezó tranquila; además, en el glamoroso rubro de los artículos de librería, febrero es temporada alta (¿) y toda la gente se pone del orto porque las mochilas y los lapicitos no les llegan ya (aunque los niñitos comiencen las clases en 15 días recién).
En fin; concluyo que no fueron suficientes. Aquello del cambio de ritmo de las actividades, de la necesidad de comunión con la sociedad y del descanso de la misma... ¡tenía razón Mauss!* Pero él habló de variaciones estacionales... ESTACIONALES... y yo con 14 días no cubrí mi estación de descanso de Buenos Aires.
Todavía no tuve tiempo de mandar ni un c.v. para cumplir con mi meta de este año de cambiar de laburo; tampoco para aprovechar el servicio que inauguraron Rubia Lulú e Iota.
Y encima, no desaparecieron mágicamente mis obligaciones: todavía tengo que hacer los trabajitos de seminario que adeudo. Sí, es lo último, y más pavo de la carrera. pero los colgué desde hace rato; y sí, también sé que puede ser la famosa crisis de qué hago cuando me reciba –sobre todo con mi útil título-, (no necesito regalarle dinero a ningún psicólogo para darme cuenta que en vez de ponerme a hacer eso, estoy escribiendo en el blog). :p
... más arriba: anécdotas de las vacaciones...

*Marcel Mauss no fue un mimo, sino un sociólogo; sobrino de Durkheim para más datos–la parte de los chismes es la que más me gusta; algún día escribiré una recopilación de chismes de grandes pensadores... y me haré famosa y la juntaré en pala, como Felipe Pigna-.
El relato etnográfico sobre las variaciones en los esquimales, para los pelos (y no de terror): parece que laburan todo el verano en condiciones terribles: un frío de cagarse y peligros tremendos en la caza de ballenas... pero en invierno se ponen las botas: cierran las casas bajo tierra, apagan la luz –no es cuestión de malgastar el aceite... y además pa las fiestas negras es conveniente- y partuza colectiva los 3 meses para mantener el calorcito
.

martes, 12 de febrero de 2008

El difícil trabajo de conjugar a la mano y la mente

El asunto más complicado que logré hacer una vez, fue profanar la catedral -como cantaría Enrique con esa voz tan de hombre- que había consagrado a vos. Y aunque mis pensamientos -traicioneros- volvían a vos, yo trataba de torcerles la ruta que ya se sabían de memoria.
Te lo confieso: lo tengo íntimamente anotado en mi lista de heroicidades vanas. Porque fue difícil, y porque lo logré (sí, a pesar de que dolió como pocas cosas), y porque sólo sirvió para lastimarme.
Será un tic, una de esas cosas que mis amantes han sabido adorar al principio y terminar aborreciendo al final. De esos gestos, de esas manías, de esa clase de actitudes será. Cada cual tendrá su técnica de vida supongo; tampoco voy a autoflagelarme a ese punto. Mea culpa: me empeño en crear esos ritos mágicos para desacralizar las cosas gruesas que me son difíciles de soportar así tan intocables, tan tabuadas. Como vomitó Pizarnik, tratando de extraer la locura cual piedra "mi oficio (también en el sueño lo ejerzo) es conjurar y exorcizar".
Así te saqué.
Las yemas de los dedos, violentas del dolor de no controlar ni la mente ni el corazón, se movían frenéticas mientras la cabeza buscaba caras, imágenes y situaciones... y principalmente, buscaba esquivarte.
Alguno que lo supo, se sonrió con malicia.
Aquél sólo vió la parte del sexo...
Pero, ¿realmente hubo "la parte del sexo"?. Lo dudo. Si la hubo, únicamente ofició de instrumento.
Es cierto que muchas veces placer y dolor son dos caras de lo mismo; pero aunque la pequeña tormenta de placer rompió -pequeña, pues el esfuerzo fue coronado sólo a regañadientes- apenas sirvió para darle una tregua al dolor, tan hondo. Ya ves, en esta oportunidad sólo una cara hubo, y no fue la del sexo precisamente.

No aclaro, oscurezco: La experiencia es vieja, pero el recuerdo es reciente. No sé por qué brotó, pero aproveché a ponerlo en papel, a vomitar yo también, a exorcizar el nudo viejo de la garganta... para que no tenga ganas de reanudarse.