jueves, 29 de septiembre de 2011

No te subás a la gilada de Mafalda

Llueve y otra vez sopa,
y las gotas
repiquetean en el techo
del toldo metálico del patio de casa
-maravilla sinfónica y estéreo de la lluvia-
y la paradoja del ruido atronador
y al unísono acunante
me da el pie (o el coraje) para llamarte.
Sin embargo,
me duele la punta de la yema
del dedo pulgar derecho,
de querer tipear y reprimir
un mensaje trasnochado.
"I wish you were here" podría citar
porque en inglés queda mejor
y en Pink Floyd, aún más.
Lo escribo y no, no confirmo
lo mando a borradores.
El buzón de borradores es para cobardes
-me digo-
y yo soy cobarde y no quiero
perderme en el alarde
de tu temprano hastío.
Sospecho que no me contestarás,
o tal vez más tarde, a la mañana,
a media tarde
o detrás de un "hey", cuando se encuentren
mi avatar con tu teclado.
He medido la celeridad en las respuestas:
es directamente
proporcional al tiempo transcurrido
e inversamente al que nos resta.
Llueve y otra vez sopa
y aunque fueran milanesas con papas fritas
tiernas pero crujientes,
correctamente escurrido el aceite
el entusiasmo no es el mismo.
Se te cierra el estómago
o al revés
como cuando pensabas que había que ganarse el pan
-o la sopa o la milanga-
y el bagre picaba y no estabas seguro
si también yo picaba.
Llueve y me levanto
a hacer pis y de paso
me saco dos pelos de las cejas
porque dejé la pincita a mano.
Y relojeo la hora
en el celular
-que no es reloj y pienso, o divago
que es tecnológicamente incorrecto
usar el verbo relojear-.
Me vuelvo a acostar,
porque mañana yo te diré
como si fuera un titular
que "dicen que la lluvia
podría haberme hecho pensar en vos"
y no tengo motivos reales
para enojarme
y de todos modos me frustro
y entre dientes te escupo
aunque sea otra vez sopa
contestame, puto.

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