viernes, 26 de marzo de 2010

Un palo, todo

Antes conté hasta cuarenta, te juro
pero que me siga aguantando no te aseguro.

Te vengo junando hace rato
te veo preparada pa saltar como el gato
Yo te digo que hagás lo que quieras
pero antes fijate si tenés madera.

Porque sabé piba...

no te da el cuero pa mirar de arriba,
mal que te pese, no sos má-mejor, querida.
No te pavoniés con petulancia
que no es virtú la circunstancia.

Cual Juana de Arco te subiste a la motoneta
mientras te morías por revolear la chancleta;
desde el escenario apuntaste con el dedo
y hoy pretendés que eso se vuele como un pedo.

No hay que declarar, hay que ser consecuente
éso es tener don de gente.

Además anoticiate...

No mi'anda gustando que me bichés la forma;
lo tuyo es un vicio que no se conforma.
Yo tengo mis yeites, mis mañas,
y no me cabe la alimaña.

Te estás probando mi ropa
y te aviso que no me copa;
sólo te falta pa vestirte de este muerto
hacerte fana de "roberto".

Pero acá resucité y me planto:
ya estoy vivita (y culiando)
así que, chita-la-boca largá ese traje
sacateló mamita, que no es tu talle.

Pa colmo...

¿Quién te dió vela en este entierro,
que me andás marcando en lo que yerro?
No me des clase sobre éste, mi embrollo,
que pa barato, lo leo a Osho.

Y como dicen las muchachas,
si no aportás, cerrá las cachas.


miércoles, 3 de marzo de 2010

Pedro no está, Pedro se fue

Gente, tal vez lo sepan, tal vez ya lo sospechaban, pero igual quería confesar que hace un rato largo* perdí la virginidad, y que estoy en condiciones de repetir la experiencia**.

Mis amigas me venían insistiendo para que lo hiciera por fin, me decían que me hacía falta, que ese movimiento constante de darle-al-pedal-de-la-máquina-de-coser*** con el pie, era señal indiscutible de mi necesidad.

Finalmente me decidí por un hombre****: no era lindo, ni era de mi edad o aledánea, pero definitivamente, tenía algo que me cautivaba, que me hacía volver a él una y otra vez. Tuvimos muchas charlas copadas; él no se guardaba lo que pensaba sobre mí, aunque fuera poco cortés; eso marcó una diferencia muy grande con respecto al tipo con el que yo había salido recientemente; muchas veces, él me pedía que habláramos de ese hombre.

Un día me dijo que se iba de viaje. No me dijo cuándo volvería, ni si estaba en sus planes hacerlo acaso, ni si retomaríamos lo que teníamos, ni si me apoyaría si yo quisiera iniciar algo nuevo con otra persona. Nada. Sólo se fue.

Alguna vez, inesperadamente, la bocina insistente de un auto, me hizo volverme y verle agitando sus manos por la ventanilla, gritándome un “chau, rubia”. En alguna ocasión Cachito, el dueño del mejor bar de Buenos Aires, me contó que había estado por allí con otras chicas. Alguna que otra vez, él me llamó para contarme que había conocido a no-se-qué-familiar de Peteco Carabajal (¿).

Ese personaje, gente, fue mi psicólogo. Ese personaje, gente, tuvo el tupé de decirme un día que a mí me gustaban los tipos que me dejaban*****, y casi sin solución de continuidad, plantarme la terapia sin derivarme o tranquilizarme con su propia vuelta. Yo, en algún revoloteo delirante de pensamiento jugué con la hipótesis de que Pedro me hubiera dejado para probar su punto... olvidate, esa no rola, pelado... si hubieras estado bueno, todavía. Jajaja.

En fin, creo que es hora de reiniciar algo así, pero quizás en esta ocasión elija a alguien menos personaje.

*hace más de un año ya, aunque no recuerdo el día exacto.

**claro que entiendo que el acto inaugural sólo puede darse una vez, pero me cago en la exactitud lógica de la frase.

***por supuesto, de las antiguas, porque las de pedal eléctrico no permiten la ansiedad, so pena de coser desparejo o quemar el motor.

****una tiene sus inclinaciones (¿).

*****esa te la discuto a muerte: si yo sufro porque un tipo me deja, es porque quiero que siga conmigo, no por la situación recién mencionada.