viernes, 31 de julio de 2009

"Quiero llenarme de tí..." (entre otras cosas)

Si antes pensaba que envejecer con alguien (bien) era la-oblea-en-la-copa-melba
de una vida feliz, desde que trabajo en el consultorio, observo anonadada una escena que pobló mi escueta imaginación sobre ese futuro lejano, que a mi entender es la-ventanita-del-obelisco* del romanticismo cotidiano: sacar turno compartido con el geriatra.
Creo que mi próxima declaración de amor (que por ahora tiene fecha y destinatario incierto**) será algo así como: “quiero llenarme de canas con vos (aunque prefiero que esto sea en orden consecutivo, teniendo vos el primer turno)... y, si algún día llega a hacer falta, cambiarte los pañales”***... (pero como sospecho que esta declaración podría dar pie a una huída inmediata del destinatario, comenzaré a pulirla en mis ratos de ocio pa estar preparada).



*Sí señora, estoy hecha una enciclopedia de metafóras saturadas en contenido mersa; es que el amor (?) me pone así (¿?).
**lo que no es incierto: que será completamente a destiempo y adoptando una forma rayana en el patetismo (cuando no, directamente estrolada en el patetismo).

***luego surgió algo así como "quiero cambiarte la bolsa de colostomía si algún día tenés un ano contranatura"... pero me parecó que era irse un poquito (más) al joraca... como la remera de "quiero llenarme de tí" :P

lunes, 27 de julio de 2009

D, más bonus track de B (?)

¡Dior!: expresión que reemplaza al costumbrista ¡dios!, y que nos deja más tranquilxs por no hacer apología de algo tan desagradable como la creencia en una divinidad. Porque como carentes totalmente de fe nos remitimos a las pruebas fácticas: Dior existe y dios... ¡está en otra!. Por supuesto, esta expresión puede combinarse para formar los habituales “ni dior lo permita”, “si dior quiere”, "dior aprieta pero no ahorca", "menos averigua dior y perdona", etc.

Droga imperialista: maría juana. Alguien alguna vez, para demostrar su escaso interés en la misma, o su desdén quizás, la ponderó con la peor característica que se le ocurrió: su tendencia al imperialismo, por la narcotización de los sentidos y el convencimiento momentáneo de que “está todo bien”. Desde la redacción de este blog (¿), no concordamos con esta opinión, aunque la mencionamos porque nos causa mucha gracia y la utilizamos –la expresión, no la droga (¡dior me libre!)-.

Bon-o-bon: porro mal liado, que ha quedado excesivamente gordo en el centro. (En esos casos... ¡no se dió!; porque a dior no le tendría que importar esa gilada) :P

jueves, 16 de julio de 2009

C

Cacho: apodo cariñoso utilizado para el ferné. Como se lo considera, más allá de las discusiones sobre su procedencia no mitológica, bien argento (como gardel y caño castacha, ponele), se lo denomina Cacho, que es el nombre por excelencia del macho argentino (?). Ej:“¿me pasás la coca, que voy a hacerme un cacho branca*?”

Calzón asesino**: Bombacha que supo de tiempos mejores -aquellos cuando aún no nos ajustaba-. En la actualidad, posiblemente no alcance a acompañar normalmente la circunferencia de las piernas o de la cintura (o de ninguna de las tres), y estire los elásticos sin dar el brazo a torcer (o mejor dicho, el mencionado elástico a romper), generando dolorosas fronteras para la normal circulación de la sangre. Cuidado, chicas: un calzón asesino puede inducir al desmayo en casos graves, y al malhumor en agudos.

Curtite: jodete, hacete coger, andá a cagar y otras increpaciones a hacerse cargo de las consecuencias del propio actuar -propio de lxs otrxs, claro-. Usualmente forma frase con la palabra forrx, siendo ¡curtite forrx!, más que un insulto, una demostración de liberación verbal (¿) y una instigación a la asunción y a la demostración de responsabilidad frente al accionar.

*Para el efecto de mayor formalidad, se incluye el apellido, como en el ejemplo.
**Se nombra cantándolo al ritmo de "El bombón asesino".

sábado, 11 de julio de 2009

Todas mis muertas

Creer o reventar... o de un tiempo a esta parte: creo que me beneficio de las que revientan. A las pruebas me remito:
1) en caminata por San Telmo nos cirujeamos con amigxs una serie de cosas que después concluimos que pertenecerían todas a una fallecida: cds, casettes, perfumes, ropa de marca (e incluso fotos y agenda, que tuvimos el buen gusto de chusmear a placer y luego desechar). Resultó, para mi beneficio, que la finadita era de carnes cortas allá por el sur de su humanidad, y ni tuve que hacer dobladillos a los pantalones que usé alegremente para mis primeras entrevistas laborales después de mucho tiempo (y yo que pensaba que iba a tener que invertir en disfrazarme de persona humana y poblar de negro mi guadarropa). (Ah, y también un gusto anacrónico por la música rosarina: ¡hasta un casette de Fandermole tenía!).
2) Conseguí trabajo de secretaria en un consultorio médico (de un geriatra para más datos), reemplazando a la chica anterior que dejó al médico en banda de un día para el otro (esa era la data que me dieron cuando me llamaron un lunes a la mañana para empezar a trabajar por la tarde). Con el correr de las horas y de los comentarios abrumados de los viejitos, me enteré que mi antecesora había tenido el mal tino de fenecer entre semana ¡Y con lo jovencita que era! (casi que me queda mocha la teta izquierda.... viejos hijoeputas, seguramente detrás de esa falsa preocupación habría cierta satisfacción, como diciendo: y aquí me ves, con mis achaques pero vivito y coleando a la avanzada edad de ochetaypico de años) , que por lo general venía acompañado de una descripción: “la gordita ésa vendía salud” (doble razón para desconfiar de los aparentemente desinteresados caramelos que lxs señorxs depositan en mis manos como “propina” -mi primera hipótesis fue que con esto intentan conseguir con eso mejores horarios en los turnos, hasta que la cambié por engordarme hasta reventar como la anterior*-).
3) En el consultorio, a un par de semanas cortas de empezar a trabajar, presencié (y podríamos decir que experimenté –aunque, claro, no cargué con la peor de las partes-) un episodio más que inquientante: tuve que ayudar a entrar a la sala de espera a una viejita que venía a consulta. Venía bastante desmejorada (para usar una paabra que nunca uso). Allí pareció mejorar algo, y la acompañante aprovechó a contarme entonces que según el documento tenía 97 años, pero que en realidad, había venido de España y había sido anotada aquí, con una edad real de 104 años; me contó además que comía muy bien y que ese mediodía lo había demostrado con una milanesa de pescado con puré. A los minutos, la centenaria se descompuso: con desmayo, respiraciones cada vez menos seguidas, unas especies de ronquidos y vómitos en medio de la inconsciencia** y, por supuesto, mis propias imágenes mentales producto del pseudoconocimiento de medicina proporcionado por series con Dr. House, E.R. emergencias y sandeces por el estilo***. El suspenso aumentaba, amenizado con el soundtrack del contestador de emergencias de PAMI***, que finalmente cortamos para llamar al same. El same vino en escasos minutos y la señora se retiró –en camilla, pero viva- dejándome el alivio de saber que no soy yeta y una sala de espera que limpiar y desodorizar***** ante la mirada asqueada de un visitador médico muy trajeado.******
Y ponele que tenga un sentido del humor un tanto sórdido... pero no sé si lo relaaría si la viejita no se huiera salvado y ahora, a semanas del incidente, no supiera que está en la casa, comiendo filetes de merluza lo más pancha... habiendo sido mi pruebade fuego en el consultorio.



*Oh, sí, me siento el Fernando Vidal Olmos de los viejos.
**el recuerdo, aunque el buen gsto no me lo hubier permitido, fue casi instantáneo: bendito buen comer de la señora.
***el carácter sándico se veía reforzado por el hecho de que más que tomarle la presión o escucharle los latidos, un clínico en su consultorio, poco podría hacer. –Por cierto: contradiciendo mi imaginación, no existe aún el desfibrilador de cartera; y si existe, no está al alcance del médico raso argentino.
*****puede parecer que mi grado de cinismo ha estado aumentando un poco últimamente: no os preocupéis, no sólo parece.
****nota mental: NUNCA llamar al pami en caso de emergencia (un servicio a la comunidad, gracias).
******ésa es una especie (casi exclusivamente masculina) de la que más adelante hablaré (porque vaya que son personajes éstos).

miércoles, 8 de julio de 2009

B

Banderas chinas: arenga con tufillo maoísta. Por ejemplo, cuando decimos "banderas chinas para fulanitx", inmediatamente se sueltan una sarta de boludeces increíblemente levanta autoestima, asimilando a fulanitx al proletariado y al enemigo capitalista con... el novio que se portó mal, ponele. Indefectiblemente se remata con un: "fuera yanquis del mundo y del planeta tierra" (?)

Bola-zen-da: senda que demarca el camino sugerido para posibles transeúntas (¿) desnudas que deseen correr por un departamento de caballito de escuetas dimensiones. Según recomendaciones que hacen al supuesto pudor de la supuesta transeúnta, la bola-zen-da debería estar acompañada de cortinas, que impidan el divisamiento de la ya mencionada (3 veces con ésta) supuesta transeúnta. Por favor, no suponer que hablamos del supuesto departamento de algún supuesto amigo de la casa (digo, del blog).

Bronceado palito de la selva: Quemado irregular de la piel, proucto del asoleamiento en posiciones estrambóticas, que da como resultado franjas del cuerpo de color rojo camarón, combinadas con otras franjas de blanco pus. (Se entiende que este bronceado sólo es accesible para blancuchxs).

sábado, 4 de julio de 2009

A

Como prometí hace ya mucho tiempo, paso a definir algunas expresiones de la jerga pseudo-adolescente que con tanto empeño trato de no abandonar*. Dicho esto, y mientras mi hija se tira en la cama a leer la biblia para los niños* *, la primer entrega:

Abaaso: Imperativo teletúbico. Pedido de un abrazo, con una forma y tono altamente pelotúdico-cariñósicos, que un par de veces son pasables, pero en un tipo de más de 35 años, son móvil de asesinato a la primera utilización nomás.

A desalambrar (la boca de Zuper-Luzer): Expresión de aliento a Zuper-Luzer, quien iniciara un tratamiento con aparatos fijos en sus dientes (los cuales, merced a estos devenires de la moda, han adoptado el nombre glam de brackets), a pesar de contar con un plan dental más exiguo que el de Homero Simpson antes de la repentina conciencia sindical. (Debe cantarse como la canción homónima de Viglietti).

Bueno, finalmente ilustro con unos videítos:



(Éste no tiene mucha calidad, pero es el único que encontré que no fuera la versión remix :S)




*como si hablar como una pelotuda fuera la clave de la eterna juventud... en fin.
* * y yo salgo corriendo a arrebatársela de las manos al grito de "si leés eso te come el cuco". (Y la mirada subsiguiente de la niña trasluce todo el desdén que sus malvados 8 años le permiten).